Un año más

Quedando poco para mi cumpleaños me di cuenta de que quería realizar una tradición: tener sexo en la mañana posterior a ese día. Decidí que si no lo hacía, el año sería seco y malo para el placer carnal.

Como faltaba poco, pensé en las pocas opciones que tenía; en ese tiempo no había tanta facilidad para encontrar gente desconocida para tener encuentros casuales. La opción que la mayoría usaba en ese entonces era ir a un carrete y buscar parejas ahí, pero yo era una niña buena que salía poco de casa. Entonces quedaban dos alternativas: la primera era buscar a alguien por chat, ahí habían dos ramas y dos grandes peros. La primera rama era el chat online, descartado porque no tenía Internet en casa y estar buscando gente en los cyber era desalentador, no quería que el vecino leyera mis conversaciones. La segunda opción de chats era por sms (sí, se me cayó el carnet, ya nadie usa sms), también lo descarté porque no se podían enviar fotos y de todas formas no quería encontrarme con un sicópata. Por lo cual sólo quedaba una segunda alternativa: amigos, conocidos o conocidos de estos conocidos. 

Recordé entonces que el amigo de mi hermano quiso contactarse conmigo y así lo hicimos, nos pusimos de acuerdo para salir y obvio, tuvimos una pequeña cita antes de aquel día.

La cita previa fue de lo más normal, besos por aquí, besos por allá, caminar, reírse y esconderse en algún lugar en la plaza para tocarnos un rato.  Le pedí que fuera a mi casa para mí cumpleaños y él lo prometió, le di los datos y nos despedimos.

Esa noche de cumpleaños cayó un viernes así que invité amigos a la casa, no éramos muchos, cinco, con suerte, pero nos reímos mucho, el problema era que este chico no llegaba y yo me lamentaba internamente porque necesitaba realizar mi tradición, ya me lo había auto impuesto. Llegó la mañana siguiente, apenas las siete de la mañana y me dice que está afuera de mi casa. Rápidamente nos metimos a mi pieza (cabe destacar que mis amigos seguían en la casa, pero estaban en la pieza contígua). En fin, nos desnudamos en dos segundos y rápido sentí el calor de la pasión.

Su piel morena se juntó con mi piel pálida, de una forma tan rápida, que pareció grotesco, en la cama, apenas cubiertos por una sábana, comenzó a embestirme rápidamente. Entre su apuro y mis nervios, traté de tocarle los testículos, y vaya sorpresa, cuando sentí que sólo tenía uno. Quise mirarlo, por curiosidad, pero no me lo permitió, sosteniendo mis manos y siguiendo a su ritmo en la posición del misionero.

Su ritmo era cada vez más rápido y fuerte, no podía aguantar el placer, pero mi líbido bajó al percatarme de que él estaba metiendo demasiado ruido con la cama golpeando la pared: "por favor, pon una almohada o bájale, nos están oyendo". Él simplemente siguió en lo suyo y de pronto, mi vieja abre la puerta y nos ve, como dios nos trajo al mundo y él dentro de mí. Obviamente nos retó: "tus amigos están acá". Enrojecí a más no poder. Nos vestimos y se fue sin despedirse. Nunca más supe de él, hasta años después, cuando me mandó una solicitud de amistad por Facebook. Lo bloquee. No quiero a nadie que no haga lo que yo pido.
Cómprame una lecheCómprame una leche

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Deseo

El Bueno, Malo y Feo

Mejor anillo en mano que en bolsillo del pantalón